Quiero un trabajo en la otra vida.
Algo que me distraiga de las arpas, los coros y la infinita bondad.
Quiero un trabajo que huela a carne, grasa y desinfectante.
Quiero tomar vacaciones un día,
y volver de la muerte a dar conferencias, a pedirle a los jóvenes que se preparen
para la competencia del más allá, con su creciente sobrepoblación e igualdad absoluta y enervante.
Que sepan todos de una vez que en la eternidad también hay insomnio a las dos de la mañana, y a las tres.
Que seguirán despertando a veces al sinsentido, al temor, a quitarse lo incrustado que les quede de conciencia.
Quiero un trabajo fácil allí, uno que cualquier tonto pueda hacer. Quiero un trabajo con subordinados que necesiten algo de infierno para saborear la eternidad.
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